Recorte de prensa de la exposición en el museo diocesano abierto en septiembre 2021.
“Lo que no se da se pierde”. Este es el título de la nueva exposición de fotografías que acogerá el Museu Diocesà de Barcelona –en la Plaça de la Seu, 7– desde el 2 de septiembre al 8 de noviembre. Una selección de instantáneas sobre Haití de la misionera Isa Solá, religiosa de Jesús-María. La entrada es gratuita y el horario –de miércoles a lunes– es de 10:00 h a 20:00 h.
Video con una entrevista muy completa de Mey Zamora y Xavier Solá de la elaboración del libro sobre la vida y trabajo de la misionera Isabel Solá Matas
Cuando pensábamos que detener a los presuntos asesinos de Isa iba a ser imposible, o incluso un deseo y un sentimiento improductivo, nos sorprende una noticia: la banda ha caído.
La reacción del equipo ha sido un sentimiento agridulce, felices porque estas personas tan peligrosas hayan sido retiradas de la calle y no puedan dañar a nadie mas. Tristes porque nada nos devuelve a Isa, y la noticia apenas cambia su ausencia. Ojalá no hubiera historias de violencia y de miseria que contar, pero eso formaba parte del Haití que tanto amaba Isa.
enlace a la noticia en La Vanguardia
Lè nou te panse arestasyon sispèk ansasen a Iza ta dwe enposib, oswa menm yon dezi ak santi enproduktiv, supriz nouvèl: te gwoup la tonbe.
Reyaksyon an nan ekip la te yon santiman amèr kontan tèlman danjere paske moun sa yo yo te retire nan lari a epi yo pa kapab koze domaj nenpòt lòt moun. Sad paske pa gen anyen pote nou tounen nan Isa, ak nouvèl la jis chanje absans l 'yo. Mwen swete te gen istwa nan vyolans ak mizè di, men sa ki te yon pati nan Ayiti ki li te renmen Isa
Haïti – FLASH : La PNH démantèle un dangereux gang de criminels
El seísmo le cogió fuera de la escuela en la que impartía clases. Llegó a lo que eran sus ruinas. Aún se escuchaban voces infantiles bajo los escombros pidiendo ayuda. Hasta que una segunda sacudida las apagó. Y con ellas, la esperanza.
Lo mismo ocurrió con la residencia de su comunidad, reducida a la nada, con algunas de sus hermanas heridas. Alojada en una tienda de campaña, se dedicó en los días siguientes a poner en práctica sus estudios de Enfermería (que, junto a Magisterio, realizó por encargo de la orden para poder ser misionera).
Gastón era un joven camionero que perdió las dos piernas y a su familia en el terremoto. El pasado 13 de octubre salió por fin del centro en el que le han atendido y ayudado, bajo la supervisión dela misionera Isa Sola. Primero fueron las heridas, posteriormente las prótesis y las muletas y por último un largo camino de rehabilitación y fisioterapia.
10 de Enero 2012
MSF ya trabajaba en Haití antes del terremoto, y perdió a 12 de sus trabajadores aquel día. Dos de sus hospitales en Puerto Príncipe –el centro de urgencias La Trinité y la clínica gineco-obstétrica Solidarité– quedaron destruidos.
En estos dos años, la organización médico-humanitaria ha respaldado al Ministerio de Salud haitiano en el arrabal chabolista de Cité Soleil, y ha construido cuatro hospitales de urgencias en la zona afectada por el terremoto, donde la población total se estima en unos dos millones de personas.
Sadrak estudiaba tercero de Económicas cuando la tierra tembló en Haití hace ahora dos años. Ese día quedó atrapado bajo los escombros de la universidad. Sabía que si se movía mataba a un compañero que había quedado bajo sus pies y para evitarlo decidió sacrificar sus piernas. Los dos fueron rescatados con vida cuatro días después. A Sadrak le amputaron las dos piernas.
Ahora, con 25 años, su mayor deseo es volver a la universidad. Sin embargo, las dificultades que implica moverse con silla de ruedas por una ciudad como Puerto Príncipe, donde la accesibilidad es el menor de los problemas, se lo impiden. La misionera española Isa Solá trabaja en su taller de prótesis para amputados para lograr lo que la organización Handicap International no ha podido darle a Sadrak: unas piernas nuevas.
El Mundo , 11 de Enero 2012
De camino a la inexistente embajada de España, primero, y a la calle de la muerte, después, una preciosa niña morena de unos 12 años mira de forma penetrante a los tres extranjeros que circulan en todoterreno por Puerto Príncipe.
La ciudad es un auténtico caos. La única ley es la de las ametralladoras de los Cascos Azules y la de los policías haitianos. Unos sacan de los escombros lo que parece un cadáver; en verdad una motocicleta. Otros se emborrachan para olvidar lo que acaban de vivir.